[Parte 5] Caso Ariadna, porque el pasado siempre vuelve

 Caso Ariadna ¿Qué pasaría si el pasado volviese? Descubre la historia junto a Ariadna y Ángel, descubre por qué desapareció Cristina...

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Ella abrió con sumo cuidado el archivador o libreta que había encontrado. Había que tratarlos bien. Para que luego, cuando lo devolvieran, nadie se enterara de nada. Pocas veces alguien ha notado la diferencia, pues la mayoría son informes viejos que la gente ha olvidado y que solo los desempolvarían para volver a reabrir la investigación. 

La primera vez que Soraya los llevó a el almacén se quedaron asombrados. Eran un  montón de archivadores apilados, y la mayoría llenos de polvo, distribuidos por una sala de unos 10 metros cuadrados. Infinidad de casos por resolver. Y nadie se daría cuenta de que habían desaparecido. Y allí empezó lo de la investigación de casos.

Cuando Ariadna cogió uno de una de esas baldas y empezó a leerlo. Le pareció interesante y preguntó a Soraya que si se lo podía llevar. Ella se lo negó rotundamente, pero no la hizo mucho caso.

Lo leyó con sumo cuidado el informe civil:

CASO 339 - Cristina Luna

Nombre de la víctima: Cristina Luna

Lugar de la desaparición: De camino a la tienda de comestibles 好奇

Hora aproximada: 18:45

Policías al mando del caso: María Montero, Laura Jiménez

Retomo del caso: //////

Posibles sospechosos: Sandra Ahijado, Álvaro Moreno, Ángel Castillo

En ese momento Ariadna se paró al leer los sospechosos. ¿Ángel Castillo? Ese era la persona que estaba dándo golpes en la puerta y llamándola. Ángel Castillo. De toda la vida. Desde que tenían 14 años y se conocían ella había sabido que su apellido era Ángel Castillo. Entonces ¿Era sospechoso? ¿Y no se lo había contado?

Mi expediente reposaba entre sus piernas mientras ella cogía las cartas de su bolsillo para comparar los nombres. Y leyó a quién iban dirigidas las cartas: Angel Castillo.

Desde un primer momento no había tenido duda, pero se preguntaba si era culpa de su cerebro que le había jugado una mala pasada en el intercambio de nombres o era cierto.

Cierto era la respuesta. La carta así lo indicaba, en el destinatario Ángel Castillo. Genial. Ahora conocía a un sospechoso de desaparición y no lo sabía.

-¿Ariadna? -Se volvió a escuchar la voz de Ángel y ella se dio cuenta de que había estado muy callada y sin dar señales. Sonrió al ver en su voz un tono de preocupación. La encantaba hacerle pasarlo mal a Ángel. -¿Estás ahí?

-No, me acaba de raptar Papá Noel para que le ayude a volver al Polo norte, que Rudolph ha pillado la gripe - Dijo ella sarcásticamente.

-¿¡Vas a abrir de una vez!?

-Venga, va - Dijo ella con tono aburrido como si no significara nada. 

Con el expediente en mano Ariadna abrió la puerta y se encontró directamente con el cuerpo de Ángel y su escrutadora mirada. Él la repasó de arriba a abajo un segundo, parándose en su mano y mirando el expediente que ella llevaba en la mano.

-Pillado - Dijo ella simplemente para ver la cara

-Lo has leído.... emmm te lo iba a contar pero.... 

-Te inventas genial las escusas. Ángel, mira, que a mi repanpinfla que que seas sospechoso de cualquier cosa, pero quiero enterarme- Ella se puso un poco de puntillas para poderle mirar a los ojos sin sostener su mirada desde abajo - Pero sabes que odio que me oculten cosas. LO ODIO.

-Ariadna, Mucha gente oculta cosas, ahora no te pongas así con migo. Si vale, creía que era relevante, pero quería que esto se resolviera ya de una vez.

-¿Relevante? ¿Llamas relevante a que eres sospechoso de una desaparición? A mi no me parece tan relevante.

-Eso significa que te importa algo

Ella puso los ojos en blanco, pero antes de poderle responder unos golpes sonaron en la puerta principal.

-Ángel Castillo, ¡abra la puerta! ¡Policía! - Dijo una voz aguda al otro lado

Ellos dos se miraron como si no supiera de que va la cosa, y era verdad. 

-Ángel - Susurró ella para que aquel policía no les escuchara - ¿Has hecho algo de lo que no me haya enterado?

-Pensé en robar un banco, pero lo dejé en la imaginación - Dijo el mirando a la puerta - Esconde eso

Él señaló al expediente y ella lo dejó debajo de todos sus apuntes de medicina. Cuando Ariadna volvió al salón, él ya se estaba encaminando para la puerta

-¡Policía! ¡Abra la puerta! - Volvieron a sonar los golpes al otro lado de la puerta, esta vez una voz diferente que Ariadna casi pudo reconocer

-¡Ya va! - Gritó Ángel corriendo el pestillo de la puerta al mismo tiempo que Ariadna aparecía al lado suyo - No hace fata que grite tanto, que no tengo ganas de que se entere Vicenta.

Vicenta era la señora mayor vecina de Ángel. Ariadna y Soraya se reían constantemente porque era el nombre de una de las señoras mayores que le daban en la serie Aquí no hay quien viva. Según Ángel eran iguales, y creía que la habían basado en ella. Siempre se reían con tonterías como esas todas las noches que Ángel, Ariadna y Soraya se habían ido a tomar algo.

Ángel abrió la puerta y ante él se encontró dos hombres vestidos de policía. Uno de ellos era gordo y bajito, el típico policía de las películas americanas que come Donuts, con un bigote en la cara del que Ariadna se hubiera reído si no hubiera habido tanta tensión.

El otro policía era conocido. Algo alto y de pelo oscuro como el de Ángel. Todo lo que había en su cara iba en pico, no tenían curvas que definieran sus mejillas, eran muy pequeñas. Miguel. Un poli bastante petardo de la brigada de Soraya.

-Nos tiene que acompañar a comisaría - Dijo el primer policía, el gordo. Pude fijarme que en su placa ponía Agente Gutiérrez. El típico nombre de poli.

-¿Ahora mismo? - Preguntó Ángel mirando a Ariadna. Ella le vio por el rabillo del ojo porque estaba mirando a Miguel, que seguro que ya se había hecho ideas malas.

-Ahora mismo. Con esposas o sin esposas. Se entere Vicenta o no.

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