[Parte 2] Caso Ariadna, porque el pasado siempre vuelve...

Caso Ariadna ¿Qué pasaría si el pasado volviese? Descubre la historia junto a Ariadna y Ángel, descubre por qué desapareció Cristina...

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Ariadna caminaba por la calle firme y decidida. Al llegar a una de las esquinas camino del metro decidió pararse a comprar el pan. Algo tenía que comprar, Ángel casi nunca tenía nada de comida menos cuando venía ella o su hermana Paula, porque tenía la impresión de que se iba a tener que quedar todo el día ahí. A saber para que la quería.

Entró en la panadería de Pan & Canela. Al entrar se estaba calentito, tanto que Ariadna tenía ganas de quitarse su chaqueta.

Se respiraba un aire magnífico para sus fosas nasales: El pan. Ese olor a su pueblo, a recuerdos del pasado... Sacudió la cabeza y miró hacia el mostrador y vio que no había nadie esperándola para recibir. Pero no tardaría en llegar. El cascabel de la puerta había anunciado su llegada.

Mientras esperaba a que alguien apareciera se fijó en los cristales, tan limpios como siempre. Estaban decorados con un marco muy fino, de poco más de 1 centímetro, con perlitas y unos hilos que ese entrelazaban unos a otros pegados a la estructura principal por la pintura decorada que tenía. El suelo, tan reluciente como los cristales, resbalaba un poco. La panadería era relativamente nueva, pero Lucía, la panadera, siempre la había tratado con cariño.

Miro a través de los cristales que protegían los dulces. Se quedó pensativa, ¿cogía napolitanas? Tenía unas ganas tremendas de cogerlas, pero luego le tocaba doble sesión en el gimnasio, y no tenía muchas ganas. La verdad es que Ariadna siempre había sido golosa, pero no muy caprichosa.

Siguió sus pensamientos hasta que Lucía salió de la trastienda y la saludó. La morenita bajita con el pelo corto siempre llevaba pintada esa sonrisa en su rostro. Tenía un hijo que se llamaba Tristán, que era un granuja, y siempre le quitaba algún dulce a su madre.

-¡Hola cielo!- Lucía tenía la costumbre de llamar cielo a todos. Muchas veces porque no se acuerda de todos los nombres.

Me hubiera gustado que antes de desaparecer hubiera conocido a esta cordial mujer, aunque creo que mejor porque así no la echaría de menos.

-Hola Lucia – Dijo Ariadna levantando un poco el brazo para saludarla, moviendo los dedos

-Dime cielo, ¿qué querías?

-Dame una barra de pan y- se giró hasta los dulces- dos napolitanas grandes. Por favor. - La golosidad la pudo. Mañana se tendría que levantar pronto para estudiar e ir al gimnasio

-Eso está hecho- Dijo mientras cogía una de las bolsas grandes para guardar el pan. Después cogió dos napolitanas de detrás del cristal, las puso en una bandejita y las pesó en la báscula. Después se dirigió a la caja registradora, situada en frente de la entrada a la trastienda y sumó el precio - Cielo, 2,30

-OK - Dijo Ariadna mientras rebuscaba en su monedero de los Simpsoms. Finalmente sacó una moneda de 2 € y otra de 50 cént.-Toma, 2,50. Quédate con el cambio- La dijo giñando un ojo y cogiendo la barra de pan y la bandejita con las napolitanas que le ofrecía la panadera

-Gracias

-De nada- Dijo mientras salía de la panadería.

8 de enero, 10:50 AM, Madrid (España), Puerta del Sol:

-¡Cuidado! -Gritó  a mujer con la que casi se choca Ariadna. 

-Lo siento, pero usted tenga más cuidado también - La responde borde. Casi se le caen las naponitanas y la barra de pan al suelo, y a la señora esa solo su bolsa de una de las marcas caras que hay por el centro.

Y esa situación no es la única que se ve en la Puerta del Sol madrileña, pues la gente o llega tarde a trabajar o u hoy empiezan las rebajas... ¿hoy empiezan las rebajas?

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